domingo, 2 de febrero de 2014

Dar el paso Necesario - Juan Pablo Vitali



Ante la pregunta casi desesperada de una amiga, preocupada sobre todo por el futuro de sus hijos, sobre qué es lo que hay que hacer, siento la responsabilidad de intentar una respuesta.

No voy a reiterar aquí todo lo que he escrito sobre el pueblo criollo, su defensa y su destino durante los últimos años. Pero debo repetir un par de ideas fundamentales: el criollismo es ante todo una forma de ver el mundo, una forma de ser y de actuar. Esto presupone el elemento europeo en el origen y también una base cultural europea, pero la partida no es igual a la la llegada, y tenemos muy claro que el europeo actual no entiende ni considera seriamente la existencia de una identidad distinta a la europea en los criollos. Si nos quieren somos más o menos europeos, si no nos quieren somos sudamericanos. Por algún motivo no suelen considerar del mismo modo a los norteamericanos del Sur, a los que por algún motivo sí consideran sus iguales. En todo caso somos para ellos una derivación que ha generado en un tipo de europeo pintoresco, las más de las veces de segunda por haber perdido algo de la “europeidad” original. No voy a extenderme más en este tema que amerita un texto aparte y que he tratado en otras ocasiones.


Como he dicho antes, debemos abandonar definitivamente la idea de asumir hechos o ideologías que son determinantes en Europa, pero no en esta parte del mundo. El que quiera creer que esa es la solución, nada tiene que ver con nosotros y nos perjudica. Nos basta el espíritu de nuestros propios antepasados directos: los que cruzaron el mar no fueron pocos ni lo hicieron de una forma accidental: sufrieron una trasmutación de tiempo y espacio en semejante viaje iniciático y determinante. Una mutación cósmica no se explica solamente analizando el color exacto de la piel. No administramos una pinturería, ni practicamos para algunas cosas el materialismo extremo que criticamos para otras.

Tampoco la nuestra es una identidad confesional. La espiritualidad de cada cual es tu tema y su problema, mientras no la quiera imponer a los demás. Las formas espirituales surgen de cada pueblo y de cada persona, y aunque lleven el nombre de religiones antiguas o traídas de lejos, son ellas las que deben responder al espíritu del pueblo y de la persona y no al revés. La identidad criolla no se define por practicar o pertenecer a una determinada religión.

Los que están seguros de tener la solución ideológica infalible, los que se aíslan de la gente común en nombre de esoterismos, de banderas ajenas al lugar o de cosas imposibles de entender, no pueden hacer cada día algo concreto aunque sea pequeño para defender a su gente, por lo tanto no pueden hacer nada en realidad. Esos no nos interesan.


Somos lo que fueron nuestros abuelos: gente de paz y de trabajo, forjadores de cultura que llegado el momento tuvimos la valentía necesaria para defender lo que hay que defender. Nosotros no inventamos la horda resentida de la posmodernidad. Cuanto más complejas y lejanas sean las ideologías que queramos asumir, más lejos estaremos de defender a nuestros hijos en la práctica. La política es en este sentido como la poesía, primero uno se enamora de la metáfora, cuando más complicada mejor, luego madura y se da cuenta que la única forma real es la que llega a un punto de elevada unión entre realidad, la palabra y acción. El movimiento directo del espíritu es aquel que el amor y la inteligencia expresan sin intermediarios, como el beso a los hijos cuando se van a dormir.

Para comenzar a moverse en concreto, habrá que abandonar muchas cosas y mucha gente equivocada. Posiblemente si hoy son mil los que leen mis escritos, mañana serán diez. En todo caso, son los diez con los que me quiero encontrar en la realidad. Es necesario y ya mismo debemos decir que eso será lo mejor. De ahora en adelante nada que no sea la defensa directa y práctica del pueblo criollo me quitará tiempo ni energía. No sé si los resultados serán buenos, pero es peor no intentarlo.

Desde mi larga experiencia, puedo concluir que las mejores cosas en estos casos, se realizan con gente que no está contaminada por teorías ni ideologismos, más aún en tiempos en los que la red provee de una realidad completamente falsa y virtual a tanta gente. Cada uno toma el disfraz que le gusta y se lo pone. Cada uno lee en mis escritos (o en cualquier otra parte) lo que cada uno cree que se dice, y mira para otro lado respecto de lo que “realmente se dice”. Sobre todo cuando hay una parte que no les gusta. Simplemente ignoran eso. No soy un europeo, aunque mis antepasados lo hayan sido. Agradezco la amistad y la valoración de los que quieren considerarme europeo. Sé que lo hacen de buena fe, pero para eso primero tendrían que comprender lo que real y profundamente significa ser y sentirse criollo. Y esto no es renegar de España ni de Italia. Todos saben que he defendido a España más que muchos españoles. Pero ahora es otra cosa lo que hace falta comprender y defender. Una cosa y otra no son incompatibles sino absolutamente complementarias. Y es sin duda muy enriquecedor que así sea. Sin embargo me cuestiono seriamente, si el haber realizado un esfuerzo desmedido de acercamiento y comprensión con respecto a Europa, no me ha hecho descuidar la sangre inmediata, la más cercana, la que necesita urgente defenderse porque representa para nosotros no una identidad pasada de la cual venimos, sino la identidad presente, total, futura, absoluta, aunque la tierra de origen no pueda o no quiera comprenderla.

Es que ha llegado el momento de las definiciones, y lo único que nos define es una acción concreta y coherente. Es cierto que se sufre escribiendo como dicen los poetas, es cierto que escribir sirve, pero si sólo nos quedáramos en eso, poco aportaríamos al niño criollo que está en su cuna rodeado de peligros y a la preocupación de su madre. El que no resigna actitudes inútiles y caprichosas para enfrentar en la realidad concreta esos peligros, debe estar fuera de nuestras filas. El que privilegia su ultrismo a la realidad, debe estar fuera de nuestras filas.

Mi propuesta es sencilla: primero adoptar un perfil claro, un perfil que esté en el mercado del barrio, en las filas de las estaciones de tren, en los talleres, en las aulas. Una “unidad de concepción para la unidad de acción”. Nadie puede comenzar a actuar sin eso. Unificar símbolos, mensajes, actitudes. Nuestras viejas patrias criollas se están convirtiendo (o se han convertido ya, según el caso) en cárceles ideológicas y violentas. En ghettos ocupados por ejércitos de hordas. Los viejos contenidos se han vaciado por completo. Sabemos lo que son los partidos y eso que llaman “la política”.

Debemos tener presencia, para eso debemos poder sostener lo que expresamos en cualquier lugar. No hay nada más estúpido que el ultrismo de la red. Eso es admitir que la realidad es la red. Cuanto más ultra disfrazado más funcional al sistema. Cuanto más se asuma que la realidad “de afuera” es otra, más cerca estamos de matrix, porque estaremos hechos a la medida del agente Smith. La mayoría de los “nuestros” eligieron la pastilla equivocada. Quizá nunca fueron nuestros, no nos equivoquemos. Cuando en contadas ocasiones salen a la calle representan tribus urbanas descerebradas o a lo sumo burdamente pintorescas, cuando en su vida diaria son burguesitos inofensivos que ocultan “su otro yo”. Nunca se sabe si son el Dr. Jeckyll o Mr. Hyde.
 

Un movimiento de opinión no necesita jefes, pero necesita acciones. Respondemos a un solo objetivo: afirmar, definir y defender lo criollo tal como nosotros lo entendemos, en su esencia profunda, identitaria, social, histórica y cultural. No importa si esto lo entienden solamente uno o dos. No hay comienzos masivos y a veces es mejor que así sea. Si nos duele la soledad del principio, pensemos que la cantidad falsa de hoy es algo completamente inútil. Prefiero un par de sitios concretos donde compartir el pan con mis paisanos, que mil amigos de facebook a los que en realidad conozco a través de una virtualidad engañosa, sin contar el control de la vida y de las relaciones que eso implica. La pregunta es ¿Qué quedaría de nuestras relaciones sin la red? ¿Sirve sólo la red para defender a nuestras familias? La respuesta es obvia, pero que cada uno decida. Esta es mi decisión y mi propuesta. Ahora, hay que dar el próximo paso necesario, de lo contrario, todo terminará girando sobre lo mismo.

Fuente: http://vitaliblog.blogspot.com.ar/

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